Neuropsicología clínica en la Tercera Edad

El paso de los años va acompañado muchas veces de una disminución de las capacidades mentales, necesitando determinar si se trata de un envejecimiento normal o el inicio de una demencia. Este es el primer paso para el comenzar una estimulación cognitiva que frene, ralentice o prevenga el deterioro cognitivo y emocional. La problemática que puede ser objeto de intervención es variada:


  • Disminución del rendimiento cognitivo (memoria, atención, concentración, percepción, coordinación, funciones ejecutivas...)
  • Deterioro cognitivo leve
  • Alzheimer y otras demencias: fases leve y moderada.
  • Daño cerebral adquirido (Ictus, Traumatismo cráneo-encefálico, Accidentes cerebro-vasculares, Esclerosis múltiple, tumores, etc.)
  • Prevención del deterioro cognitivo en el envejecimiento normal. Estímulo de la longevidad cerebral.

¿Cómo es la evaluación, el diagnóstico y la intervención en el paciente mayor?

  1. Después del primer contacto telefónico valoramos la posibilidad de realizar una evaluación neuropsicológica
  2. Revisión de informes y entrevista clínica
  3. Aplicación de pruebas neuropsicológicas
  4. Corrección y baremación
  5. Comunicación de resultados y recomendaciones (Informe neuropsicológico opcional, bajo demanda)
  6. Intervención: estimulación cognitiva, rehabilitación y psicoterapia (si resultara necesaria).

Qué es la Neuropsicología y cómo se trabaja

La neuropsicología permite estudiar la relación entre el cerebro y los procesos mentales (neurocognitivos: memoria, atención, percepción, orientación, funciones ejecutivas...), emocionales y conductuales. Para ello, el profesional realiza una evaluación exhaustiva del estado cognitivo, mental y conductual de la persona, mediante una serie de entrevistas de evaluación, la aplicación de pruebas estandarizadas y la observación. Ello permite obtener un diagnóstico o juicio clínico como paso previo al diseño de un programa de rehabilitación o tratamiento.

La calidad de las funciones cognitivas es clave para el desenvolvimiento cotidiano, afectando a la calidad de vida y la autonomía de la persona. Todo ello tiene implicaciones para el estado emocional y el comportamiento, que muchas veces son los primeros indicios de que algo no está funcionando bien: tristeza, llanto, irritabilidad, pueden indicarnos que la persona tiene dificultades para orientarse, de memoria o de atención, entre otras.